Un sagitario es una persona especial en cada instante de su existencia. Es especial y distinto en momentos de plena felicidad o euforia, donde se suele perder en sus ensoñaciones y, hasta cierto punto aislarse del evento o de la causa de tal dicha; de igual manera es distinto en momentos tan amargos como una ruptura amorosa.
Los sagitario tienen la capacidad (o el defecto) de poder abstraerse de una manera sorprendente de lo bueno y también de lo negativo o lo malo, incluido un abandono sentimental.
En un primer momento, quizá por influencia de su propia naturaleza zodiacal, el sujeto sagitario tiende a no creerse la noticia. Es un momento que, pese a no estar preparado para ello, la persona sagitario puede incluso seguir sonriendo.
El sagitario abandonado será incrédulo con su propia suerte. Le costará asumir la realidad del hecho de manera lenta, pausada y consumada; además siempre le queda el refugio de su mente, de su mundo interior y la posibilidad de canalizar toda su energía mental y espiritual en el dolor para aliviar y atemperar el daño del corazón.
En este caso, la persona sagitario tiende a encerrarse en su mundo, una vez asumido el hecho es cuando verdaderamente sentirá el dolor del hecho y, de una manera objetiva podrá analizar el por qué y las causas de tal desastre.
Quizá para un sagitario la soledad no es un problema, a diferencia de otros signos, más activos socialmente. El verdadero problema para un sagitario es quizá una cuestión trascendental. Para crecer, para elevarse espiritualmente, en muchas ocasiones, un sagitario necesita de otra alma gemela. De un complemento o un contrapunto que sepa entender, sentir y valorar toda su proyección espiritual y energética.
Como afrontan una ruptura amorosa los Sagitario
Con el tiempo y acrecentándose el dolor y la amargura del abandono en su corazón, el o la sagitario pueden incluso verse afectados en su equilibrio psíquico. Es una cuestión quizá de sentimientos, esos que un sagitario sabe y quiere aniquilar en su interior, en el caso de un abandono amoroso, si verdaderamente existe el amor en el corazón del centauro, éste, con el tiempo, padecerá de una terrible y odiosa melancolía y nostalgia. En este caso su mundo interior y espiritual puede venirse abajo como una baraja de naipes.
Se observa así, como el plano sentimental y quizá más primario e instintivo, aquel que pugna con lo espiritual y trascendental, adquiere, poco a poco mayor peso y arrastra al mundo del dolor, de la angustia y de la pena a la persona aries quien tanto apostaba por saber contener todos sus instintos y sentimientos bajo el manto de la trascendencia y la espiritualidad.
Son dos factores esenciales, repito, los que se derivan de una ruptura amorosa para un sagitario: la soledad, primero, dentro de un plano superior y espiritual y por otro lado, lo doliente y lacerante de la nostalgia y el dolor nacido del mismo corazón que, enamorado, se sabe ahora abocado a la nostalgia, a la distancia de la persona amada y, con el tiempo al olvido.
Así las cosas, un sagitario puede tardar bastante tiempo en recuperarse, tanto hombre como mujer, y volver a desarrollar sus capacidades espirituales y cognitivas. Suelen aislarse en su mundo y negarse a socializarse con otras personas.
El tiempo y la aceptación de la realidad quizá son las mejores medicinas para el tan dolido corazón del centauro.